Paréntesis
Paréntesis
1. Oración o elemento incidental o suplementario, sin enlace necesario con los demás miembros del enunciado, cuyo sentido interrumpe y no altera.
2. Suspensión o interrupción.
Los paréntesis son necesarios. A veces no los escogemos -vienen algo impuestos-, pero no dejan de ser un tiempo de reflexión e introspección imprescindible en los momentos que vivimos de bastante inconsciencia y precipitación.
Cada uno los llena con lo que quiere o, más bien, con lo que puede.
Este año que termina lo recordaré por muchas cosas, pero de manera especial por haber aprendido lo importante que es atravesar el temporal sabiendo que todo acaba pasando. Que en tiempo de zozobra es bueno abrir un paréntesis, dando así espacio a todo lo bello que hay en la vida y no dejar todo el lugar al dolor.
En este paréntesis involuntario me han conmovido muchas cosas y he valorado muchas otras que daba por supuestas; pero como siempre ocurre, al final, lo que recuerdas es aquello que te emociona y te hace sentir. Y la emoción, en mi caso, siempre va unida a los afectos.
Las personas que nos quieren nos regalan continuamente cosas, a veces sin darse cuenta y otras de manera intencionada. Uno no es muy consciente del poder que tienen determinados gestos o simples miradas. La calidez de las personas se transmite de muchas formas, tiene muchas caras y es variada en estilos, pero inconfundible cuando te llega.
En ese tiempo de necesaria pausa los regalos llegaron en forma de abrazos, mensajes, libros, películas, cuadernos preciosos donde escribir y volcar emociones, hasta mapas del mundo para imaginar futuros destinos, canciones, frases y muchos momentos con la gente que quiero. Horas de conversación telefónica con quienes están lejos y en torno a una mesa con quienes tengo más cerca. Las charlas con la gente que quieres reparan, infunden aliento, conllevan siempre emoción, risas e incluso algún proyecto. Nunca podré devolver tanto afecto como he recibido.
En los paréntesis también abundan los momentos en soledad. Esos son muy importantes, son aquellos en los que una puede leer, escribir, pensar y desandar caminos, tomar distancia y reflexionar. En este paréntesis he meditado mucho sobre la importancia de recuperar la calma en mi vida, el sosiego, desacelerar en el plano profesional y disfrutar del viaje, de mi día a día en el aula, en mi pequeño mundo, con mi gente, sin obsesionarme con los resultados ni con lo que parece urgente. Ganar en consciencia y no dejarme atrapar por todo aquello que parece importante y que luego solo responde a exigencias del ego o la vanidad.
Esta Navidad me permito parar de nuevo -aunque sea por motivos muy diferentes-.
Los días vuelan y en breve volveremos a las aulas, ese será nuestro lugar común durante muchos meses. Nos ocuparemos de todo aquello que concierne a la educación, habrá ocasión de compartir, debatir, intercambiar experiencias y también viviremos desencuentros, pero estas pequeñas pausas que interrumpen la vorágine “y no alteran” podrían servir de llamada de atención, de recordatorio de que lo importante normalmente es lo más sencillo.
En mi caso sé que el secreto está en disfrutar en el aula y de la docencia, sin perderme en artificios y apostando por un modo de hacer un poco más artesanal, auténtico, un modo en el que atendiendo a las necesidades de nuestro alumnado poder hacer realidad esa educación integral y transformadora que anhelamos. En las condiciones actuales ser docente no es fácil, exige en muchos casos un sobresfuerzo y son muchas las ocasiones en las que las cosas no nos salen bien. No hay fórmulas magistrales, ni garantías de que aquello que te funciona con algunos te servirá con otros.
Pero nadie nos dijo que sería fácil.
Por mi parte intentaré no quejarme demasiado y procuraré dar gracias por todo lo bueno que nos llega, que si abrimos bien los ojos es muchísimo.
En 2018 he aprendido mucho, entre otras cosas que la enfermedad forma parte de la vida, que somos vulnerables, que la alegría un día desaparece y no sabes cómo volver a recuperarla. Que mientras disfrutamos y vivimos, muy cerca de nosotros, hay otros que sufren y luchan en silencio, sin apenas notarse. Y que el tiempo ayuda, normalizar ayuda, saber afrontar las cosas con serenidad ayuda mucho, pero lo que más ayuda es ser consciente de que la vida va de esto, de momentos de alegría junto a otros de dolor y pena, y que es en estos últimos cuando debemos hacer sitio a todo lo bello que tenemos alrededor para que nos recuerde que “junto a nuestros sufrimientos continúa existiendo una vida dispuesta a acogernos”.
“¿Quién puede entender los mil hilos que unen las almas de los hombres
y el alcance de sus palabras?”
-Carmen Laforet
Nada