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Proyectos, personas... sueños

Este curso terminamos el Proyecto de Innovación "Aulas Creativas". Han sido tres años intensos que dejarán en mí una huella algo diferente a la que esperaba. Quedará para el centro un aula en la que poder desarrollar las clases de una forma más gratificante, más apropiada para las metodologías que hoy ponemos en práctica. Un aula en la que poder mejorar competencias fundamentales para nuestro alumnado, flexible, amable, en donde se sienten protagonistas; pero el espacio solo ha sido la excusa, el punto de partida de algo más importante.


Este proyecto llegó a mí gracias a dos profesores de FOL a quienes respeto y quiero, Antonio Guirao y Bernat Escalera. Fue la oportunidad de entrar a jugar en una liga en la cual nunca habría soñado estar. Echo la vista atrás y creo que no llegué a pensarlo demasiado no fuera que el miedo me paralizara y dejara pasar una oportunidad así. Hoy los considero compañeros y amigos, pero entonces pesaba un poco ese sentimiento de estar ante docentes con los que parecía un despropósito aspirar a colaborar.


Se puso en marcha toda una labor de redacción y preparación que, desde mi punto de vista, habría sido imposible sin la batuta de nuestro director de orquesta. Recuerdo con una sonrisa los primeros hangauts. Yo aleccionando a mi hija para que no apareciera por allí con su espontaneidad y sus locuras, para luego comprobar con la tranquilidad con la que los hijos de Antonio y Ana aparecían en escena y se colaban en nuestra primera reunión virtual. Tras esa primera anécdota comprendí que la naturalidad se imponía y que detrás de los profesionales con los que iba a colaborar había mucha sencillez y grandeza. La alegría, el cariño y el respeto por lo que cada uno hacía estuvo siempre presente.


Antonio coordinó un proyecto que incluía a 5 centros de la Comunidad Valenciana y un gran número de profesores. En cada centro hubo un docente con la misma función. En el mío fui yo la encargada y se unieron al mismo dos compañeras de departamento, Maite Ruiz y Carmen Higón. Amina Afailal entró a formar parte del equipo algo más tarde. Nos embarcamos en este viaje en el curso 2016-2017 y juntas impulsamos la nueva aula y esta forma diferente de enfocar el proceso de enseñanza aprendizaje.


Estuvimos con este proyecto en los Congresos de Donostia y Barcelona y en el AVANT FP que se organizó en nuestra tierra. El día a día en el aula se volvió más gratificante, los grupos accedían a ella con un cierto desconcierto, pero luego se acababa convirtiendo para ellos y para nosotras en un aula vivencial llena de momentos especiales. Son muchas las posibilidades y las satisfacciones experimentadas, pero como siempre ocurre en este mundo nuestro lo que realmente le dio sentido a todo fue nuestro alumnado, nuestros grupos. Nosotras les acompañamos, les orientamos y formamos, pero son ellos quienes nos permiten hacer realidad estos viajes y les dotan de un contenido y una significación que siempre supera cualquier propósito inicial.


Podría destacar a muchos, han sido variados los grupos que han pasado por ese espacio y han dejado su huella y su creatividad. Pero están aquellos que te roban el corazón y te enseñan mucho más de lo que tú nunca podrías soñar. Y es ahora, como despedida, cuando quiero contar la historia de Ismail Sitayeb, alumno nuestro y ejemplo de superación, quien pasó por nuestra aula llenándola de sentido en el curso 2017-2018.


Ismail Sitayeb es argelino y llegó a España en 2011. Es el pequeño de ocho hermanos y su rasgo más singular es una sonrisa abierta y franca que ilumina esa vida llena de obstáculos y dificultades que le ha tocado en suerte.


Ismail es una persona sorda y, además, tiene una disfuncionalidad motora. En su país iba a un colegio de oyentes, pero no conocía la lengua de signos y sufría un retraso importante respecto al aprendizaje de sus compañeros. De su familia más próxima es el único con disfuncionalidad auditiva. Con los suyos se relacionaba a través del contacto físico, se entendían con miradas, con gestos, pero con una comunicación pobre. A los 7 años, con mucho esfuerzo por parte de sus padres, accedió a un audífono y escuchó por primera vez un sonido. Hasta ese momento el silencio absoluto había llenado su corta existencia.


En 2011 la familia decide trasladarse a Valencia y así, Ismail, añade a su mochila vital el ser sordo, con una disfuncionalidad motora y ahora, además, extranjero. Cuando llega aquí no conoce la lengua de signos ni el idioma, pero él no te habla de miedos, no. Él comenta que quedó muy impresionado por la ciudad, muy diferente a su lugar de origen. No había visto nunca un edificio de altura y ahora él iba a vivir en uno, en un 5º sin ascensor, y recuerda "levantar la cabeza para ver las fincas y parecerle todo muy bonito y curioso".


En un principio no estuvo escolarizado. Fueron sus hermanos mayores, en especial Miloud, quien se preocupó y acudió a la Consellería de Educación para saber qué posibilidades tenía Ismail. Tras las gestiones realizadas le matriculan en el IES Francesc Ferrer i Guàrdia, de Benimaclet. Empieza 3º de la ESO con un nivel mucho más bajo que el resto y como él relata "estuvo en tercero de la ESO tres veces". Allí recibió la ayuda de Rosa, una logopeda que le enseñó el idioma y quien sentiría un orgullo muy grande si pudiera verle ahora. Pasan esos años y no alcanza a obtener el graduado. Tiene ya 17 años y un futuro incierto por delante.


Le derivan al IVAF, Instituto Valenciano de Audiofonología. Ismail habla de Reme, la logopeda del organismo, como una persona muy buena. No logra recordar los apellidos de todas las personas que le han ayudado, pero insiste en nombrarlas como detalle de lo que es una constante en él, su gratitud hacia los demás. Y es desde allí, sabedores de que nuestro centro contaba con Interpretes de Lengua de Signos (ILS) donde gestionan su entrada en el Ciudad del Aprendiz.


Gema Gadea, ILS del Ciudad del Aprendiz, fue la persona que le recibió y su primer contacto con nuestro centro. Recuerda esa anécdota y como le hace saber -como puede- que no conoce la lengua de signos. Visualizo para mí ese momento y me emociono, son dos de las personas con la sonrisa más bonita del mundo, con una calidez mágica en la forma de conducirse. Ese encuentro será un anticipo de un afecto que con el tiempo se elevaría mucho más allá de lo académico.


Inspección autorizó su matrícula en diciembre, con el curso empezado, en un antiguo PCPI de textil. Aquí vuelve a recordar a alguien que le ayudó, Carmen, de la Secretaría de nuestro centro, quien al poco tiempo también se rindió ante este alumno increíble. Carmen ya no está con nosotros, pero ella representa a mis compañeras de Secretaría, mujeres trabajadoras y muy cercanas en el trato con el alumnado y con cualquiera que se acerca por ventanilla. Su labor es necesaria, pero se vuelve relevante cuando llegas por primera vez al Ciudad, un centro tan enorme y complejo como es.


Textil no fue una elección suya, había plazas y posibilidad de matrícula. Puro azar. Pero desde el primer momento sintió que el mundo de la costura era su mundo. La primera vez que cogió una aguja y un trozo de tela todo encajó. Describe que experimentó el mismo sentimiento que al llegar a Valencia, cuando tenía que mirar hacia arriba para ver las fincas, mucha felicidad.


Las primeras veces recuerda que le dolían muchísimo las manos, simplemente al coger las tijeras o cuando tenía que marcar las telas. Le costó todo, tuvo que buscar "sus trucos" para hacer un buen uso de las herramientas del taller, entrañaba un problema simplemente controlar la máquina de coser. Pero concluye que ello supuso una especie de rehabilitación para sus manos, era como hacer ejercicio y le encantaba.


Imaginar ese primer curso se me hace difícil; unido a su sordera está el problema de movilidad, un auténtico reto para cualquier trabajo, más si cabe para todo lo que tiene que ver con la costura. Simplemente pasar la hebra por el ojo de la aguja parece algo que podría llevar una eternidad. Pero debéis saber que el destino fue generoso con nuestro alumno, en la Familia Profesional de Textil están las profesoras que mejor podían ayudar y acompañar en este periplo a Ismail. Fina, las dos Trinis, Amalia -ya jubilada- Paloma, Merche... compañeras que sin ningún alarde y de una forma maravillosa hacen un trabajo con los grados medios -y antes con los PCPI- digno de reconocimiento y consideración. Creo que gran parte del éxito de Ismail es debido, por supuesto a su familia, pero también a la entrega y el amor que ellas ponen en el taller y en el aula y que la elección de textil fue una casualidad llena de causalidades.


A nivel académico las etapas se fueron sucediendo con tiempo y mucho esfuerzo por su parte. Terminó el PCPI e hizo la prueba de acceso con éxito. Accedió al grado medio de confección y es ese primer curso cuando tengo la inmensa fortuna de conocer a este asombroso alumno. En las clases de FOL solo tenía ILS una hora, fue muy frustrante y muy triste no poder ofrecerle las condiciones que él necesitaba. Nunca un mal gesto, ni un reproche, ni una mala cara, pero sí mucha impotencia por su parte y por la nuestra. Las ILS le facilitaban el aprendizaje y cuando no podían estar en el aula él sentía "como cuando estás viendo una película y te apagan la televisión". Ese año finalmente optó por dejar nuestro módulo y centrarse en otros que podía aprobar. No dejó de asistir a mis clases, no dejó de mostrar su alegría y no me dejó indiferente su tenacidad, su pundonor, su agradecimiento hacia todo y su permanente sonrisa.


Un año más y pudo superar el primer curso con más confianza en sí mismo, con un grupo de compañeras y compañeros con los que se sentía muy cómodo y con la posibilidad de contar con interprete en todas las horas de EIE, nuestro módulo de segundo.


En el curso 2017-2018 inaugurábamos el Aula Creativa y es entonces cuando me vuelvo a encontrar a ese alumno de buenas maneras y sonrisa contagiosa, pero esta vez junto a él iba a estar en todas las horas Gema Gadea, la interprete, integrante de un equipo de profesionales a quienes siempre estaré agradecida por ayudarnos a hacer posible una educación en igualdad para todos.


Dos trimestres y una infinidad de momentos.

El Aula Creativa supuso mucho para Ismail, así lo expresa él. Cuenta que influyeron muchas cosas, desde la misma forma de estar sentados, en modo asamblea, lo cual le permitía ver a todos sus compañeros e interactuar mejor con ellos. La amplitud del aula y la posibilidad de agrupamientos múltiples facilitó tener enfrente a la intérprete en todo momento, independientemente de la actividad que hubiera que realizar. Todo lo que es la información contextual le llegaba de una forma más fácil, frente al aula tradicional en la cual están sentados unos detrás de otros, lo cual impide esa visión de conjunto. Para él el aprendizaje fue más fácil por las metodologías que utilizábamos, más gratificante el trabajo, las exposiciones, el contar con la pizarra digital que permitía que todo fuera muy visual y pudiéramos buscar información al momento. Pudo compartir lo que es su cultura, las necesidades derivadas de su disfuncionalidad, se sintió valorado, con mucho que aportar en los trabajos colaborativos y capaz cuando tenía que exponer ante el grupo. Había muy buen ambiente, aprendieron y disfrutaron. Por todas esas cosas el aprendizaje fue más sencillo, más gratificante y los resultados obtenidos así lo demostraron.


Esta vez EIE supuso demostrase a sí mismo y al resto que con las herramientas necesarias, los recursos y una voluntad inagotable era capaz de todo. La nota del módulo, sin adaptación de exámenes, fue de 7. Esa nota la celebramos con mucha emoción y sentí que, por fin, nosotros cumplíamos con nuestra parte del compromiso. Ismail hacía mucho que ya lo había hecho.


Ismail también tiene sueños. A nivel profesional se imagina trabajando en el mundo de la moda, cosiendo, dedicándose al tema del patronaje que le apasiona y a los 50 años, con la experiencia, le gustaría ser jefe de taller -porque dueño de un negocio no se ve por el tema económico-. Luego con una sonrisa pisa el freno y asegura que simplemente cosiendo él sería feliz. Está pendiente de ver si le admiten en el grado superior de confección, confiando en que tendrá el recurso de la ILS en el aula, todas las horas, para poder estudiar en iguales condiciones que sus compañeros oyentes. Pide que luego "no se les deje olvidados", que se cubra este recurso en todos los centros en donde haya alumnado con esta disfuncionalidad. Lo pide él y lo debemos exigir el resto.


Me cuenta Ismail que él en nuestro centro se siente muy a gusto, los profesores son sensibles a sus necesidades, nota que le entienden; con los compañeros está muy integrado, en los recreos no necesita que la intérprete vaya con él, es una persona autónoma. Por el contrario, no siente que exista verdadera inclusión cuando sale del instituto, en la calle, primero porque es una persona inmigrante; segundo porque es una persona sorda y se encuentra todos los días barreras. Desde sentir las miradas de desconfianza por su origen, a las innumerables veces que le dicen que es sordomudo y tiene que aclarar que "él no es sordomudo, que es una persona sorda, únicamente".



En nuestro centro el fin último de este proyecto era poder dar respuesta a la diversidad de niveles, de experiencias, de formación que encontramos en nuestro alumnado y dotarnos de un espacio capaz de remover las barreras visibles e invisibles que nos limitan. Para mí este proyecto ha supuesto un viaje increíble imposible de expresar con palabras y solo me queda confiar en que hayamos logrado dar respuesta a esa riqueza que es la diversidad.


"Desde que he llegado a España todo lo que me ha pasado son cosas bonitas",

me expresa, Ismail, a modo de conclusión. Imagino que no será cierto, pero su forma de mirar el mundo y las cosas le definen.

Ismail Sitayeb ha sido mi alumno y de él he aprendido que la gratitud tiene forma de sonrisa.

 

"Las palabras nunca alcanzan

cuando lo que hay que decir

desborda el alma".

- J. Cortázar

Imagen: boceto del graderio "Aula Creativa"

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