Educar en la posibilidad
Última tarea corregida. Se acabó. Ahora toca poner notas y hacer balance.
Este tiempo extraño y complicado para todos ha llegado a su fin. Estamos muy cansados, agotados. Este trimestre ha supuesto poner a prueba un montón de competencias, habilidades y recursos a los que antes no habíamos necesitado recurrir.
Hemos medido las semanas por tareas, el calendario y los meses ya no eran una referencia útil. El guion lo hemos ido escribiendo a golpe de realidad. Modificando y adaptando según las circunstancias cambiantes que se nos iban presentando.
Los rincones de nuestras casas se convirtieron en el escenario, el lugar donde desarrollar la acción y no hubo posibilidad de fijar con claridad los entreactos —espacio de tiempo durante el cual debía quedar interrumpida la obra— ya que las horas de atención y trabajo se sucedían sin orden ni equilibrio.
Hace unos días pensaba en lo que nos sostiene, lo que nos alienta a seguir con ilusión cuando todo lo de alrededor es ruido y confusión. Emilio Lledó dice que “cada hombre es una posibilidad” y creo firmemente en la idea de enseñar con ese propósito. Los docentes tenemos la obligación y la responsabilidad de abrir nuevos horizontes y despejarles el terreno para que puedan entrever y hacer realidad todo ese potencial que llevan dentro. Y ese ha sido mi afán en este tiempo, educar en la posibilidad.
En las primeras semanas di prioridad a lo urgente antes que a lo importante y traté de cumplir con la programación que tenía marcada. Pero fue por poco tiempo, en el mes de abril me replanteé todo. Aparqué nómina y finiquitos y aposté por destinar al bloque de ‘Orientación Laboral’ el tiempo que nunca antes había podido dedicarle. Libre del encorsetamiento del currículum vi una oportunidad para tratar como se merecía esa parte fundamental para el futuro de nuestro alumnado.
Se habla mucho de las herramientas que hemos ido utilizando, podría invocar cuatro o cinco que desconocía y que me han permitido manejarme con fluidez en esta nueva forma de interactuar (Loom, Vocaroo, MeeT, Flipgrid …). Sin embargo, la realidad es que nuestras herramientas fundamentales —o por lo menos las mías— han sido otras. Son las básicas, las que he utilizado siempre, “la palabra” y “el afecto”. Es a través de la comunicación como he intentado que se sintieran comprendidos, valorados y apreciados. Salen de este periodo sabiendo más, pero también conociéndose mejor, con más confianza en sí mismos y en sus potencialidades.
La entrega e implicación que han demostrado muchos de ellos, día tras día, les define. Nuestro Cuaderno de Orientación me ha permitido descubrirles, apreciarles un poco más y, no solo como técnicos de un potencial increíble, sino como individuos con unos valores personales y unos ideales que me hace sentir que estamos en buenas manos.
Me he emocionado con sus autoevaluaciones, sus reflexiones, sus DAFO, sus correos, sus videoentrevistas… con todo lo que me he ido encontrando. Y cuando escucho todo el ruido en torno a los docentes y su trabajo siento que no es nuestra realidad. Que no tienen ni idea de lo hermosa que es nuestra tarea, de lo importante de nuestro cometido, de lo valorados que nos sentimos por quienes importan.
No quiero negar que haya habido momentos de crisis, vacilaciones e incluso dolor por la situación de algunos. Días en los que he dudado de lo adecuado o inadecuado de mi quehacer, de no ver claro si estaba logrando ser justa y tratar con equidad a nuestro alumnado, diverso y complejo. Pero no me siento cómoda instalada en la queja o el lamento, la queja paraliza y no ayuda a avanzar, así que consciente del objetivo que tenía por delante he transitado con ánimo la mayor parte del tiempo.
En mi caso guardaré en mi memoria todos y cada uno de los momentos en los que nos hemos conectado, ya fuera por videoconferencia o a través de mensajes. Los momentos en los que les he visto esforzarse, reír, enfadarse e, incluso, llorar. Esa forma de comunicarnos tan alejada de lo que había sido nuestra realidad pareció al principio algo artificial, pero fue imponiéndose y haciéndose cada día, dentro de lo posible, más cercana y auténtica.
Esta forma de acompañarnos durante este singular trimestre no la olvidaremos nunca y espero que con el tiempo se convierta en un recuerdo, en parte inverosímil pero a la vez entrañable, de esta época tan difícil que nos ha tocado vivir.
Al final de toda aventura lo único que permanece son los recuerdos. No tengo claro que los míos no estén deformados por esa memoria selectiva que trata de recoger solo lo bello de la vida; pero no importa, esa forma de mirar la realidad es la que ayuda a dibujar el futuro con esperanza.
“Con los horizontes hay que hacer algo más que mirarlos desde lejos;
hay que caminar hacia ellos y conquistarlos”.
-Julio Cortázar