Finales que son principios
El final de curso pasado fue algo extraño, accidentado, diferente a lo que venía siendo lo normal.
El curso en alternancia dificultó llevar a cabo actividades que posibilitaran mayor intensidad en el día a día del aula, mayor capacidad de interactuar en momentos de crisis, un mejor acompañamiento a aquellas y aquellos que necesitan el aliento de quienes sabemos ver el potencial cuando ya han renunciado a percibirlo. El formar parte de los tribunales de oposición impidió una despedida del alumnado algo más cercana y personal, lo que unido al amargo abandono por parte de una alumna con enormes dificultades personales provocó en mí un sabor agridulce, de sensación de trabajo inacabado, de punto y final donde todavía quedaba margen para anotar.
Cuando te arrastra la vorágine y tienes la sensación de que no manejas tiempos, ni circunstancias es cuando más se requiere de calma. En ocasiones nos ofuscamos y nos dejamos atrapar por lo que parece que debemos hacer y no por lo que realmente queremos hacer (cuántos debería nos imponemos a lo largo de la vida). Pero es entonces cuando llega algún imprevisto, alguna decepción y frenas. Echas la vista atrás, haces balance y eres consciente de que un nuevo comienzo siempre conlleva una nueva oportunidad y evaluar lo acontecido siempre ayuda a decidir qué camino seguir.
La FP está despertando un interés y alcanzando una repercusión nunca vista antes. Un nuevo marco legal está llamado a definir las líneas de actuación en los próximos años y aunque asistimos algo contrariados a determinadas medidas, lo cierto es que los docentes jugamos un papel importante en todo ello y debemos implicarnos y comprometernos con este nuevo tiempo, independientemente de lo acertado o desafortunado que nos parezca parte de lo que está por venir.
El foco se ha puesto de manera algo desmesurada -a mi modo de ver- en el emprendimiento y parece que gran parte de los recursos se centrarán en potenciarlo. No negaré la debilidad que siento por el módulo de FOL, pero como he apuntado anteriormente soy consciente de que tengo que atender al espíritu de la ley y es por ello que quiero encontrar un enfoque de Empresa e Iniciativa Emprendedora que me permita transitar por este nuevo período con convicción y con la misma dedicación de siempre.
Son muchos los docentes que están trabajando de forma increíble, diseñando proyectos innovadores y transformadores en este ámbito. En el mundo de las redes sociales hay mucha gente compartiendo para inmensa suerte de los que podemos acceder a él. Además, en nuestra especialidad, han llegado profesionales extraordinarios con mucho que enseñar y que por derecho propio son quienes tienen que estar en primera línea. Merecen la atención de quienes en su día participamos de esa ilusión desbordante que da el descubrir lo bonito que es compartir y aprender juntos.
El principio de curso, siempre algo abrumador y precipitado, promete regalarnos muchos momentos. En breve asistiremos a un nuevo Congreso de FOL y será inspirador conocer todo lo que se está llevando a cabo en las aulas, las ideas que se están aplicando y ese intercambio será el principio de muchos otros proyectos.
En mi caso todavía estoy construyendo los cimientos de un proyecto personal, pequeño, a la medida de lo que puedo manejar sin sentirme desbordada y que espero pueda ayudarme a conferir mayor sentido al módulo de EIE. Cuesta no dejarse llevar por las urgencias que nos imponen o nos imponemos a sabiendas de que no son lo que realmente da sentido a nuestra labor docente.
En este nuevo curso el qué quiero hacer y el para qué ya están claros, solo me falta terminar de concretar el cómo. Para ello es fundamental conocer los contextos sobre los que vamos a trabajar y eso requiere de algo que solo podemos precisar con el inicio de curso. Septiembre es el mes de aterrizar, de conocer los grupos y la gran diversidad de alumnado con intereses variados que tenemos en las aulas; ese punto de partida, unido a la necesidad de equilibrar las posibilidades de espacios, recursos y tiempo disponible me permitirá acabar de diseñar el modo de llegarles.
Es la hora de construir nuevos retos, armar proyectos de aula y enfocar un nuevo curso escolar. Para ello, con mayor responsabilidad si cabe, damos comienzo al viaje con la esperanza de acertar y sin olvidar que solo partiendo de las circunstancias que rodean a nuestro alumnado podremos construir aprendizajes valiosos para ellas y ellos.
“Esperanza no es lo mismo que optimismo.
No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”.
- Václav Havel
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